Cuando digo ‘lujos’ me refiero a lujos gastronómicos, evidentemente, no a lo que habitualmente entendemos por ello.
El fin de semana pasado un amigo me invitó a pasarlo en su pueblo, Baños del Valdearados, cerca de Aranda de Duero en Burgos. Es un pueblo con 400 habitantes censados de los cuales se cree que sólo viven durante todo el año unos 200, ¡llegando en sus fiestas en honor al Dios Baco en verano a los 6.000!
El plan era simple: comer, beber, dormir, hacer alguna ruta con los cabrios y tocar algo de música si nos apetecía; él lo hizo, yo no :)
Yo salí el viernes antes que él y me encargué de las compras para la comida del día siguiente. Creo que se me fue la mano un poco, compré 1/4 de lechal, 2 paletillas más y una morcilla para comer los 2…
Como no era cuestión de tirarlo, llevamos todo menos la morcilla al panadero del pueblo, Ernesto Cerezo. Este es otro de esos pequeños lujos en estos pueblo, ¿para qué hacer tú en casa el asado si el panadero es el que mejor te lo va a hacer. Nunca he comido un asado en casa igual al que pueda hacer un panadero en sus hornos y son unos cuantos los que recuerdo haber comido en media España.
Sobra decir que nos comimos todo el cordero, ¡no sé cómo lo hicimos!
Otro de esos lujos de los que difícilmente podemos disfrutar en las grandes ciudades es del pan recién hecho. Hoy día todo llega congelado a las ‘panaderías’ de barrio, lo único que hacen es descongelar el pan que les sirven y calentarlo.
Últimamente me estoy aficionando a comprar masa de pan para hacer en casa pizza, freírla o lo que sea. Me da pereza hacer masa, prefiero comprarla hecha, y quién mejor de nuevo que el panadero para hacer masa; a estas alturas no vamos a enseñar a papá a hacer hijos, ¿no? :) La noche del domingo aproveché y me hice una pizza para cenar, ¡de botillo ni más ni menos! Y chorizos de León, para hacerla más ligera aún XD
¿Y qué me decís de los huevos o de la leche si os lo venden? ¿Y volver a casa con el maletero lleno de verduras de la huerta de un paisano?
No viene mal pegarse un viaje de estos de vez en cuando, al menos para recordar a qué tienen que saber las cosas que comemos habitualmente que cada vez saben menos.