Este restaurante de toda la vida ofrece productos de la zona de grandísima calidad y una atención al cliente que por desgracia se está perdiendo. Si estáis por la zona y estáis hartos de la paella de chiringuito, no dejéis de venir a ‘El Cortijo’.
Aprovechando que volvía a Madrid desde Denia no quise pasar la oportunidad de visitar a un amigo de Vinaroz para comer, tampoco me desviaba tanto ;) Sabía que esos kilómetros que haría de más se verían recompensados con una comida grandiosa, y puedo asegurar que fue grandiosa en el más amplio sentido de la palabra.
Había reservado mesa en El Cortijo de Benicarló y les había dado rienda suelta para que nos preparasen lo que ellos quisiesen, a mí me encanta ir a restaurantes que no conozco y decir «dadnos de comer», así que la propuesta me pareció estupenda. Fue Jose María Rico, uno de los hermanos que regenta el restaurante hoy, el que nos atendió en todo momento y nos contó qué tenían previsto servirnos: platos pequeños para compartir y poder probar un poco de todo en vez de resolver la comida con unos principales.
Os decía que la comida había sido grandiosa en el más amplio sentido de la palabra, así que empezaré hablando de la atención al cliente. El trato por parte de José María y del resto de su equipo fue inmejorable, pero sé que el que nos atendiese él personalmente hizo que la velada fuese aún mejor al preocuparse de explicarnos con detalle cada uno de los platos que nos iban ofreciendo.
Y empieza el desfile de platos pequeños, pequeños… ¡ya! El problema de los platos pequeños que-no-son-tan-pequeños es que cuando te traen tantos como nos trajeron a nosotros la comida acaba saliéndote por las orejas. Un momento, ¿ha sonado como un reproche? ¡No, por dios, estuvimos en paraíso durante más de 3 horas!
Al final resultó que, además de los platos para compartir, también nos prepararon un principal con el que terminar la comida antes de pasar a los postres (sí, postres, en plural).
Primer Acto – Entrantes
La combinación de dulces y salados del foie con el vino fue magnífica, sólo el foie estába tan bueno que me daba pena terminarlo; almejas con ese sofrito podría haberme comido un cubo, como si fuesen kikos; las vieiras estaban buenísimas con esa salsa, punto; el bogavante con huevos y patatas y jamón serrano… ¡madre como estaba el bogavante!; el erizo de mar no lo había comido nunca así, hasta ahora sólo los había comido crudos, y aunque menos intenso de sabor al estar cocinado estaba muy bueno; los langostinos no podían ser mejores, las alcachofas me parecieron igual de increíbles teniendo en cuenta que no me gustan y me las comí todas yo sólo; y el batido con el que terminamos este bloque era tan grande y tan denso que bien podía ser el postre de una magnífica comida, pero no, el segundo acto empezaría poco después de terminar la bebida.
Segundo Acto – Plato principal
De principal trajeron unos magníficos lenguados en una mesa aparte que ellos mismos se encargaron de preparar. No recuerdo la última vez que me presentaron así el pescado en un restaurante y sin duda no olvidaré ésta, ver trabajar a José María tratando el género con esa delicadeza era un espectáculo.
Tanto el pescado como las patatas eran tan buenos que estuve haciendo ruidos obscenos el tiempo que me llevó dar buena cuenta del plato. ¡Que vergüenza, pero es que estaba de muerte!
Patatas y lenguado estaban cocinados a la perfección, el aceite al pimentón no podía acompañarlo mejor y la sal rosa del Himalaya que ofrecen con el plato realza su sabor de una manera sutil. Un plato de 11 sobre 10.
Por entonces Manolo Rico, el otro hermano que regenta el local junto con José María y chef de El Cortijo, ya se estaba paseando por el comedor. Me gusta disfrutar de semejante comida y saber quién está detrás del timón del barco.
Acto final – Postres
Ya hacía tiempo que no me cabía nada más, nada de nada, ¡imposible!. Pero teníamos que terminar con un par de postres, es un trabajo desagradable pero alguien tenía que hacerlo… :)
En realidad sólo pedimos un postre pero ellos insistieron en que probásemos también su tarta de manzana, que si era maravillosa, que si la crema era finísima, que sí… ¡Por favor, no sigas, la tarta de manzana es uno de mis postres favoritos desde que tengo memoria y ya estoy babeando en exceso! Hasta las malas me parecen buenas, ¿¡cómo no iba a probar ésa!? Bueno, pues eso, nada que no nos dijesen ellos, ¡magnífica! :)
Pero el postre que no podía dejar pasar era el crepe flambeado, no después de contarnos qué llevaba. Así a grandes rasgos el crepe viene acompañado de fruta fresca (cerezas, fresas y limón), Grand Marnier, Cointreau, zumo de naranja, chocolate negro y helado de mantecado. Lo que os digo, ligerito ligerito para terminar semejante comida.
¡Y empieza el espectáculo de nuevo!
No puedo imaginar un final mejor para esta comida. La acidez de las frutas compensando el dulce del helado y del chocolate, el chocolate caliente con el frío helado… ¡memorable!
Éste es uno de esos restaurantes que te deja tan buen sabor de boca que te apetece volver a Benicarló sólo para comer en él, como seguramente haga cada vez que venga de visita.
Después de probar sus famosas alcachofas pondré en mi calendario como cita anual las Jornadas de la Alcachofa de Benicarló para participar en ellas. Y eso que las que comí son las de verano, que al parecer no son tan buenas como las de invierno, ¡que ganas tengo de volver!
Para los que seáis más de terraza, El Cortijo tiene una magnífica, El Burladero, con entrada independiente que abre por las tardes donde tomar algo tranquilamente, compartir unas raciones o cenar a la carta al ritmo de la música en directo.
Restaurante El Cortijo – Hermanos Rico Av. Méndez Núñez 85 – Benicarló (Castellón) Tel.: 964 470 075