Uno de nuestros sospechosos habituales, miembro y moderador del Club Cabrio de España, propuso que nos juntásemos en Asturias. Pero cuando una concentración es bautizada con semejante nombre, ‘De cachopos, sidras y otros manjares’, sabes que el que nos veamos con los coches no es más que una excusa y que allí vamos a tripear; podríamos ir en bicicleta que nos daría igual XD
Está mal que lo diga yo, Tragaldabas Profesional, pero creo que a los organizadores se les ha ido de las manos. ¡Vamos a reventar! XD
Me gusta empezar un viaje con esta canción, es la que usaron en el programa de televisión ‘On the road again’ y si alguno lo habéis visto alguna vez sabréis por qué.
Dentro de unas horas, 70 personas en 40 descapotables pasearemos por Oviedo, Cangas de Onís, Lagos de Covadonga, Ribadesella, Lastres y Villaviciosa.
Como intuíamos algunos, este viaje ha sido más gastronómico que cabriolero. Además, las comidas que hemos ido haciendo han ido disminuyendo en precio y creciendo en calidad, salvando la comida del sábado que por el entorno, menú y precio, para mí, fue la mejor del viaje.
Casa Ezequiel en León y espicha en el hotel de la concentración
Mi acompañante y yo salimos pronto hacia Oviedo para comer allí y estar desde primera hora de la tarde en el hotel pero nos fuimos retrasando en ruta y decidimos parar a comer en el Restaurante Casa Ezequiel, en Villamanín.
Casa Ezequiel es un placer para los sentidos. Desde que te bajas del coche el olfato empieza a alterarse, ¡como huele!; entras en el local y los ojos te llevan directamente al mostrador dónde venden los embutidos que producen ellos, además del restaurante tienen secadero; si pides algo en la barra irá acompañado de una tapa generosísima de embutidos, y si lo que pides es un café la ‘tapa’ será de pastas y buñuelos; del gusto mejor no hablamos, es un sitio que hay que conocer.
Café con ‘tapa’
Dos amigos más nos cogieron de camino a Oviedo y comimos los 4 en Casa Ezequiel. Nada más tomarte nota el camarero viene con una ración muy generosa de cecina, deliciosa; para comer pedimos una de pulpo para compartir y un chuletón cada uno.
Todo en este sitio es grande, la típica tabla de pulpo aquí se convierte en una fuente llena de pulpo.
Y el chuletón bien podría ser de brontosaurio, calculo que el que me sirvieron pesaría 1,5 Kg.
Cuando los camareros ven que llevas medio trabajo hecho te ofrecen darle un golpe de calor. Te devuelven la carne limpia de hueso y… ¡con más patatas fritas y pimientos! Como si las que venían al principio no fuesen suficientes.
No podíamos irnos sin postre, café y copa; un completo, vamos. En mi caso tomé una tarta de queso, que no estaba nada mal, y el resto nueces con nata. Para nuestro alivio la ración era normal.
Resulta duro saltar de nuevo al coche para seguir haciendo kilómetros después de una comida semejante, pero 70 personas nos esperaban en Oviedo.
Sin estar recuperados del todo de la comida, para cenar en el hotel teníamos una espicha con el siguiente menú:
- Manchego añejo
- Chorizo y lomo de bellota
- Hojaldre de bonito de Cudillero
- Hojaldre de pitu caleya
- Tortilla ‘La Gruta’
- Brocheta de lomo adobado y tomatitos
- Guiso de ternera
- Fritos de bacalao
- Arroz con pitu caleya
- Fabada asturiana
- Postre a la carta
¡Asustados con semejante menú! Aunque al final la espicha se tradujo en un coctel típico de hotel con una sidra espantosa. Eso sí, la comida más cara que hicimos en todo el fin de semana, 30 € por persona por semejante mierda.
Uno de los asistentes, viendo el regalo que le hicimos al organizador de una KDD anterior, quiso tener un detalle parecido y encargó una tarta con la forma de su coche y el logotipo del Club. Todo un detalle por su parte.